martes, 23 de febrero de 2010

Que llueva, que llueva...

El pueblo estaba tranquilo esa tarde de primavera. La clásica tranquilidad que antecede a las tormentas. Las clásicas tormentas de primavera en el pueblo.

A las dos menos cuarto sonó la primera bocina que avisaba a los operarios de la fábrica que faltaban quince minutos para que se complete su jornada de trabajo. El cielo estaba encapotado, pero no gris, tenía un color extraño, indescriptible, bueno, indescriptible no, no soy ciego, era un amarillo verdoso, una cruza de pikachu y las tortugas ninja.

A las dos sonó la bocina, algunas personas que todavía estaban fuera de la fábrica entraban apuradas para tomar sus puestos de trabajo y las que estaban adentro se apuraban a salir.

José era el encargado de la seguridad ocupacional en la fábrica. Un tipo prevenido, siempre caía con una mochila gigante con cosas disparatadas, preparado para cualquier tipo de situación, cosa que predicaba en cada uno de los cursos de seguridad que dictaba. Igual la gente se le cagaba de risa, se reía de él, de sus recomendaciones, de su voz de pito (jajaja...cada vez que me acuerdo no lo puedo evitar...jajajajaja....si lo escucharan hablar...qué voz de pito que tieneeee!!! jajajajajaa...imposible...jajajaja....qué pedazo de sorete, no se puede hablar así...jajajajaja...ta ta...jajajajaja....ta! CARAJO!!!), en fin, de toda su humanidad.

Cayó un ralámpago, enseguida se escuchó un trueno que hizo temblar la ciudad y se desató un temporal de lluvia impresionante, nunca antes visto. La gente corría desesperada para zafar del agua. Pero no era agua, era lluvia ácida...muy ácida...mmbbbbuuaaajajajajaaa.

Las motos y bicicletas junto con sus conductores se derretían como la manteca en la sartén. Los autos también se descomponían dejando a sus ocupantes a la merced de la tempestad de ácido. La fábrica ofició de refugio para sus trabajadores y otros habitantes del pueblo que llegaban desesperados buscando resguardo.

José sacó de su mochila un paraguas verde, que varias veces había sido blanco de burlas, se volvió a poner los zapatos de seguridad y salió tranquilazo a la calle. La gente se miraba desconcertada. El tipo estaba loco, cómo iba a salir? Era un suicidio.

José, con su paraguas de nitrilo, salió caminando lo más campante ante la mirada atónita de la fábrica entera. El paraguas lo protegía totalmente, el ácido no tenía efecto ninguno. En un momento se detuvo, miró atrás y se quedó contemplando la fábrica y sus ocupantes con la máxima expresión de éxtasis en la cara. El goce era tal, que sacó una bolsa de pop de la mochila y se la empezó a comer mientras la fábrica se empezaba a caer a pedazos. Las pocas personas que permanecían vivas dentro de la planta lo miraban con desprecio, con rabia. José los insultaba con su voz de pito a la distancia. "Si me hubieran escuchado sabandijas...jajajajaja...si me hubieran escuchado...jajajaja"

1 comentario:

  1. Lo mas parecido a Carrie Stephen King, el tio se ve que mesclo las pastelas esa maniana. Feliz cumple tio!!! Abrazo grande a todo su ser!

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