viernes, 30 de julio de 2010

La vida sin navegar no es vida


Hay días en que la cabeza no está capacitada para procesar todo lo que está pasando adentro de ella. Las ideas, los viajes, los sueños. Se acumula una cantidad tan grande de material, que es imposible bajarlo a tierra y ahí todo se vuelve caótico.

Los viajes son un buen elemento provocador para que todo lo anterior suceda. La cabeza se abre, los sentidos se abren y uno, sin quererlo, se convierte en una esponja gigante...tipo la mortimer cuadriculada pero mucho más grande. Después, todo lo absorbido empieza a decantar de golpe y el partido se complica.

Igual, lo más lindo del viaje es la sensación de absoluta libertad que reina en la cabeza. Sin eso, la cosa sería muy diferente, mucho menos disfrutable. Es la libertad de ser lo que uno quiere ser, sin los estigmas ni marcos que nos impone, sin darnos cuenta, el lugar al que pertenecemos.

Sería bueno poder vivir de viaje...como dice un gran poeta de la vuelta: "la vida sin navegar no es vida", así que habría que hacer el intento y ver cómo resulta...total, está todo para ganar.