martes, 11 de agosto de 2009
Cuentos del Tío
Hoy me levanté cansado. No estoy acostumbrado a esta nueva vida. La vereda es muy dura para dormir. Espero con el tiempo poder acceder a un lugar mejor donde pasar las noches. Estaba agresivo y de mal humor, así que fui hasta el bar y me compré algo para desayunar, un vino cortado con coca-cola y un bollo de pan por las dudas que el vinito me caiga mal. Después del desayuno mejoré notablemente la cara. Estaba más contento, casi a pleno de no ser porque estaba muy mugriento.
Puse mis cosas en la bolsa y me fui a manguear a una plaza. La gente casi no se acercaba, lo que más llamaba la atención era mi hámster, mi mascota fiel. Cuando se acercaban y pintaba conversa, me las arreglaba para que me dejaran una moneda, algo para comer o para tomar. Cuando el hámster se emboló de la gente y casi muerde a un curioso, lo metí para adentro del bolsillo doonde le gusta estar y saqué mi flautín para llamar un poco la atención y rescatar alguna moneda más.
Satisfecho con la labor de la mañana y con algún mango para cubrir las necesidades básicas, me eché en un parque a leer un poco para alimentar el intelecto y descansar un poco. Ahí pintó comerse el bollo de la mañana acompañado de un vinito, como siempre, para mantener la alegría vio?
De tarde salí a juntar chatarra a ver si podía venderla y hacer algún mango más y de paso cañazo capaz que encuentraba algún cachivache útil, para venderlo, para defenderme o algo así. No fue el caso, junté unos cuantos envases y los pasé a cobre.
Perdón, no me presenté, soy Jacobo, me dicen el Tío. Le gusta el hámster? Se llama...
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Un gusto tıo!
ResponderEliminarYa era hora de saber un poco de uste.
Gracıas por compartır!
Salu!